martes, 7 de mayo de 2013

Introducción al libro

Todos tenemos recuerdos de épocas pasadas. Muchos de vosotros recordareis vuestro entorno, a los amigos, padres y familiares, seguramente llega hasta vuestra mente situaciones y aventuras que vivisteis.

Aunque en la base son parecidos los recuerdos, cuando los compartimos nos damos cuenta de que lógicamente varían bastante los unos de los otros. Pero que seguramente añorareis son los cuentos que nos relataban cuando éramos niños. Esos cuentos encerraban una moraleja para que de manera subliminal aprendiéramos la diferencia entre el bien y el mal, donde la bondad siempre ganaba a la maldad.
Los oídos de esas edades solo podían captar el final feliz de esas historias. Pero cuando te liberas de esa inocencia puedes apreciar que el terror mas profundo y atávico estaba incrustado en el recuerdo de nuestros progenitores, y ese terror era utilizado para que precisamente nos alejara de él.

Sí, el “miedo“. Se ha gestado en nosotros desde que eramos infantes y aunque sin querer saber que existe, ha convivido con nosotros y convivirá hasta el final de nuestros días.

Basta repasar algún cuento popular para caer en la cuenta de su trasfondo:

<<...Y entonces el cazador abrió la barriga del lobo y pudo salir su abuelita>> (Caperucita roja)

<<...Y el lobo entro y se comió a todos los cabritillos excepto a uno que se escondió en la caja del reloj... Y por ser malo al lobo le abrieron la barriga y se la llenaron de piedras hundiéndolo en el río.>> (Los siete cabritillos y el lobo).

<< Un día la bruja decide comerse a Hansel y manda a Gretel a comprobar que el horno estuviese listo para cocinar. La niña se da cuenta de la trampa y logra que la bruja se meta en el horno. Al instante Gretel empuja a la bruja y cierra el horno. Tras la muerte de la bruja los niños toman de la casa perlas y piedras preciosas y parten a reencontrarse con su padre...>> ( Hansel y Gretel ).

No solo en nuestra cultura, sino otras muchas, a través de la noche de los tiempos se han contado leyendas e historias de terror alrededor de una buena hoguera o delante de la calidez del fuego de un hogar. Iban de boca en boca y variaban con el paso de los siglos y las generaciones. Pero siempre buscaban el mismo fin; aterrorizar a quien se prestara a escucharlos.

Este libro no recoge esas leyendas, no quiere ponerse a la altura de tan fantásticas narraciones. Solo pretende que el lector reviva esos momentos en los que nos entregábamos a escuchar sin críticas. A dejarnos llevar por los caminos pretéritos de la memoria que como ocurriera en esos años nuestra imaginación se encendiera cuando el crepúsculo se despedía del Sol hasta otro día, dejándonos así que entráramos en aquellos mundos imaginarios en los que nos empezaban a contar unos "Relatos al oscurecer"

Fco. José Rubio.



VÍDEO PROMOCIONAL DEL LIBRO



Relato incluido en el libro

ÁNIMA



Trae el viento noticias de vivos a la casa de mi prisión. Horrendos relatos se cuentan de sus vetustos habitantes. Hace ya lustros que la luz no la inunda, y enmohecida por los años canta canciones antiguas que hablan sin boca de otras épocas ya pasadas.

Sucias baldosas de alabastro, carcomidos pasamanos de madera que guardan figuras siniestras como jactándose de la longevidad de su aspecto, dando a entender al visitante (si los hubiese) que es mejor no subir por sus quejumbrosos escalones.

Un velo rojo de terciopelo delimita sus estancias desiertas de almas del primer mundo que conocimos, los que ahora sabemos la verdad de otra existencia.

Si, soy ese viejo espectro que baga por los correosos pasillos de una mansión polvorienta y ajada con el paso del tiempo. Soy aquel fantasma que nunca duerme y arrastra la carga de su alma en pena gritando alaridos de justicia.

Mi espíritu ancestral, marcado por las décadas y alimentado con la inquietud de mi presencia, llena habitaciones con el familiar frío de mi amiga muerte.

Ese soy yo. El desencarnado que nutre los peores sueños de los más dormidos, los miedos de los niños, y el terror de los mayores.
Condena macabra la mía, de un amanecer sin luz, letargo de una aparición mortecina, contador de historias lúgubres que se pierden en vuestra memoria y que decís llamar leyendas.

¿Leyenda?... ¿Y que es leyenda?... Quizá es una palabra para comprender lo que no entendéis, lo que se oculta ante vuestros ojos mortales.
Es encarcelar la mente humana que huye de ese terror que os hace sentir incómodos.

Pero nuestra “vida” espectral, no sería nada sin la sustancial vitalidad de la vuestra, sin el recuerdo de un relato que hable en las noches tormentosas de ese temor conocido y que os marca un destino que será inevitable que llegue.

Perdonad la libertad que me he tomado al escribir estas líneas para que las leyerais, pero mis fines se han cumplido. Ellas esconden una sucesión de palabras, que debidamente ordenadas abren la puerta de los viejos maestros de las legiones de los no-vivos para entrar en vuestro mundo material.

Es demasiado tarde para dejar de leer. ¿No sentís una leve brisa en vuestra nuca? Es la antesala de que el narrador de ésta historia hará acto de presencia reptando por los rincones más oscuros de vuestra morada.

El bello de vuestros brazos y espalda me dan la bienvenida.
Agradecido estoy por vuestra hospitalidad, y por dar lectura a una parte del diario de este ser solitario que por fin, es liberado de sus esclavas cadenas.

Ya os observo a vuestras espaldas. Mirad si queréis, pero vuestras pupilas no verían más allá de las paredes de la estancia en la que estáis. Yo a vos si.
Cuantas veces os miraré desde el fondo de una habitación al oscurecer y cruzareis vuestra mirada con la mía... Cuánto os susurrare al oído mientras estéis dormidos. Me presentaré con mi nombre terrenal y os contaré cada noche lo que es estar en convivencia con un Ánima. 

“Hace tanto que morí que olvidé cuando estaba en vida. La existencia que conocéis vosotros es un paso a conocer la mía, la palabra humana es poco para describirla”.  Anónimo